EL ENTRETENIMIENTO AL SERVICIO DE LA DOMINACIÓN IDEOLÓGICA

rigth

Aquí les dejo una crítica que hice para la cátedra de Teoría de la Comunicación III, de la carrera donde "estudio" Comunicación Social; es de un texto llamado “Para leer al Pato Donald” de Ariel Dorfman y Armand Mattelart, dos comunicadores que se encargaron de bastardear con todas las letras a la inocentada figura del Pato Donald y a los personajes de sus tiras cómicas. No por ello con buena fundamentación y que da para repensar el papel de la cultura, como dijera el título de este posteo, al servicio de la dominación ideológica. Por ahí a alguno le interesa, que lo disfruten.

Walt Disney es símbolo de una sociedad (la norteamericana) con la que grandes y chicos se deleitan con producciones cinematográficas animadas; parques de diversiones en Miami y Europa; como el más variado merchandising de sus personajes, etc.; símbolo en fin de un sistema, el capitalista, enarbolándolo cual un mito a lo largo y ancho de todo el globo terráqueo. Cuenta de esto se da ya con el simple rumor de que el mismísimo Disney se encontraría en estado criogénico; en una cámara sellada para su posterior despertar en estos tiempos.

La crítica que hacen Ariel Dorfman y Armand Mattelart al mundo de Disney, como a caricaturas de otras compañías, en general, y a las historietas del Pato Donald, en particular, engarzan –valga la redundancia- la crítica con la mirada puesta en la ideología dominante y la cultura, como aparato ideológico de Estado; razones por las cuales a través de una simple tira cómica se develan mecanismos represivos simbólicos o, reproducciones de las falsa conciencia, tan mentada por Karl Marx y todos sus contemporáneos, uno de los cuales, por ejemplo, es Louis Althusser.

“Para leer al Pato Donald” desmonta para sus lectores los imperceptibles mecanismos motores con los cuales sus creadores tranzan a través de un sistema que deforma, hasta la mitología, el “espacio” creado para aquellos niños que las consumen. Revela desde una mirada freudiana el verdadero propósito o, las motivaciones que persiguen sus creadores, al perpetuar el autoritarismo desde el modelo “padre-hijo”. Desanda el camino de quienes actúan detrás de las viñetas, que no son más que los “padres” queriendo proyectar “su” mundo de fantasía lejos de la realidad opresora, la competición por el “poder” o “estatus”, a través, claro, de la cooptación de sus “hijos”.

O por lo menos esta es la lectura que hacen Dorfman y Mattelart, junto a las fuentes pertinentes de las cuales se valen para analizar las historietas del sello Disney. Una compañía supranacional que se sirve de toda una maquinaria comercial a favor de las clases dominantes; en virtud de la división social y cultural del trabajo e institucionalizadas por el molde capitalista. La historieta misma, haciendo referencia a Roland Barthes, se constituye en símbolo de un modelo económico y social que se mitifica en sus animalitos personificados y sus caricaturas inocentadas como de ensueño; el mito se hace presente al deformar una realidad para las más oscuras aspiraciones políticas e ideológicas; aún cuando los mensajes de sus creadores sea trasmutado bajo el halo de la moralidad y la ética en pos de un recinto “mágico” de los chicos.

FANTASÍA. El Pato Donald cautivó a millones de almas
a través de la pantalla chica, pero ¿¡detrás del celuloide...?! Hay mecanismos de un sistema que no se ven si no se los lee entre líneas.

El desarrollo de la fulminante crítica de nuestros “ídolos de infancia” desmembra además, como se dijera, todo un aparato perpetrado por los finos hilos del poder. Detrás del Pato Donald o, el Tío Rico y sus sobrinos, se esconde un sistema que adscribe a este tipo de producciones animadas mitologizantes, orientadas a un público biológicamente establecido pero, precisamente, lo que se revela es el modelo de sociedad que inconscientemente buscan perpetuar hasta la parodia por medio de la codificación de una historieta.

Es más, todo el entramado de relaciones, plagada de tíos-abuelos, tíos, sobrinos, novios, novias suda por los poros juegos perversos –supuestamente asexuales- y hace uso del autoritarismo más arcaico, erigiendo la bandera de la autoridad moral que no da lugar a discusiones. Las relaciones que se suscitan, sin ir más lejos, son pura y llanamente mercantiles (Tío Rico Mc Pato y sus sobrinos -Hugo, Paco y Luis- por ejemplo) y, por otro lado, la calidad humana y fraternal prácticamente no existe si no es por obra y arte, como de caridad y lástima con sus oprimidos (la relación contractual del Pato Donald con Tío Rico, o sus sobrinos con ambos).

Ideológicamente, siguiendo la línea de Stuart Hall, la codificación de las producciones de Disney actúa como multiplicador de la reproducción, como se afirmara en las primeras líneas de este artículo, de un sistema. Lo que se imparte son las representaciones colectivas que los niños instintivamente aprenden y deben aprender a lo largo de su desarrollo; o bien este es el fin último de una literatura infantil que proponen sus autores: desde un género tan insospechado de albergar tales suspicacias, con intereses económico-sociales como culturales. Los chicos son la razón de esta literatura, y a la inversa, los chicos hacen a este género explotado por el paradigma imperante; como si fuera un círculo vicioso de nunca acabar…

Recortando la mirada en el detrás de los croquis y la palestra de sus dibujantes, en las conspiraciones que traman desde el mundo de fantasía que promocionan se oculta furtivamente el del mundo adulto. Se importa clandestinamente la realidad conflictual y competitiva del hombre contemporáneo, el cuál se desliga de sus problemas diarios, endulzando los escollos por medio de la evasión en este “mundo mágico” de Disney.

Así, el adulto logra encontrar un abrevadero en medio del desierto, y del mismo modo el niño es usado por el adulto, con la promesa de algún día ocupar la posición del padre ni bien sea tiempo de explotar las alecciones impartidas para el desarrollo de un “niño perfecto”, es decir el “adulto en potencia” que cada crío posee. Sin embargo, esta promesa y el paso de un estadio al otro –el de dominado a dominante como única posibilidad de desarrollo- no resulta más que una excusa para dar lugar a la locura de una realidad deformada; locura devenida en obsesión de dominación sadomasoquista propagadas con los dibujos y sus historias.

Ya llegando hacia el final del texto, desde una mirada etnográfica de sus personajes, se desarrolla la tesis del universo del Pato Donald y su familia. Un universo de fantasía que no tiene pasado, presente ni futuro, y que por lo tanto son personajes que les pertenecen enteramente -de cuerpo y alma- a sus dibujantes. Personajes que deben repetir cual esclavos las estructuras de un universo rígido y sin futuro, ya que no lo tienen pues nunca nacieron sino mas no fuera desde la pluma de sus dibujantes; y en efecto sin abstraerse a un pasado pues tampoco poseen historia personal, ni hablar de un presente: tiempo repetido que deben encarnar al antojo de sus autores.

Demográficamente hablando, el mundo del Pato Donald es un mundo que excluye desde el vamos a los progenitores – que como vimos no es antojadizo- y en cambio promueve el orfelinato de sus criaturas con tíos-abuelos, tíos, tías, etc. (hasta los descendientes automáticamente corresponden a la rama secundaria en la genealogía familiar) con preferencia por el sector masculino como símbolo de la sociedad machista en detrimento del femenino. Todos los personajes son solteros por lo que las relaciones están, justamente, desdibujadas totalmente, presentándole al niño lector un universo que se aleja sensiblemente de sus condiciones reales de existencia.
HISTORIETA. Publicación de la tira cómica del TíoRico junto a su sobrino Donald, literatura para niños con fines aleccionadores de una realidad social oprimida.

Por otro lado, todos vienen al mundo por medio de circunstancias extra-sexuales, tópico interesante si tenemos en cuenta que se presenta el modelo de mujer hollywoodense, la cual reproduce la coquetería hasta el hartazgo -aunque se elimina de escena el hecho carnal en sí, aun cuando todos los demás pasos se repiten exageradamente- y hasta exigen de una culminación. “Tal como los trovadores del amor cortés… estos castrados viven en un eterno ‘coitus-interruptus’ con sus vírgenes imposibles”, como dijeran Dorfman y Mattelart en el texto precedente.

Lo que los autores esgrimen como tesis, la razón por la que esto sucede, es que se rechaza a la infancia sexualizada; sin embargo, se llega al punto tal de borrar todo vestigio real del origen de los personajes, de su raíces en el árbol genealógico y familiar; y para colmo se ocultan juegos sexuales y/o secretos, según afirmaran con énfasis los comunicadores de esta crítica, a saber, Dorfman y Mattelart.

Otro tema de vital importancia es lo que se hizo con los progenitores, los cuales fueron borrados del mapa sustituyéndolos con los tíos y tías de los más pequeños personajes. Uno de los motivos es que a través de los tíos no habría acto de traición al ocupar el “hijo” el lugar del “padre”, motivos por los que tanto se habla como forma de vencer la dominación autoritaria: el hijo convirtiéndose en el padre -cuando paradójicamente al revés no sucede lo mismo, sí, sin embargo, “uno” hace de marioneta y el “otro” digita los hilos de su dominación cooptán-dolo encubiertamente.

Es ésta, a fin de cuentas, la "moraleja" del cuento que los niños aprenden de su lectura inconscientemente; aprenden a formar una falsa conciencia infligidas desde el autoritarismo del padre para algún día ocupar el trono de patriarca, una vez cumplan la edad biológicamente necesaria al adecuarse a las reglas de su Estado. Y sin embargo, esta es la realidad de solo un orden social como la familia, luego, este estadio de deformación sistemática de la realidad se encuentra a nivel instituciones y los aparatos de Estado, como niveles más elevados.

Es decir, al fin y al cabo, esto es sólo la punta del iceberg, y es de este modo que se hace inevitable luchar sin la sensación de sucumbir en el intento; aún cuando valga la pena luchar por ideales e igualdad de condiciones con uñas y dientes.

1 Opiniones:

Anónimo | 25 abr 2009, 08:10:00

MUY BUENO EL BLOG Y MUY BUENO ESTO.

no tendras la crítica de Ariel Dorfman y Armand Mattelart ? quiero profundizar el tema.

Si la tenes o sabes de algun enlase en la que esta colgada me avisas?

mi correo es bata_snm@hotmail.com

gracias